LA FELICIDAD

                                               LA FELICIDAD


El altruismo es el único suelo donde puede germinar    y    florecer     la felicidad.
LA felicidad es la aurora   de la Divinidad;    es el  despertar del amor    inegoísta.
La flor de la felicidad    es la simpatía   por el dolor ajeno  y su fruto es el servicio desinteresado.
La felicidad es el Altísimo   Don de obrar como Dios    y servir en su Obra.
Ni el placer satisfecho, ni los goces colmados,    ni la comodidad completa son felicidad.
Obedecer la Ley y servir   son las dos alas de la   felicidad   que elevan al ser.
Cada hombre es un Canal,   por donde se expresa la   felicidad,  pero así como el Canal no puede retener para sí el agua,   Así el ser humano no debe retener para sí la   felicidad,  
Porque  puede reventar su canal.
Mientras  un  hombre siente la felicidad debe sentir dolor.
La verdadera felicidad no se siente, a si misma;  así como el ojo no puede verse a sí mismo aunque puede ver su reflejo en el agua o en el espejo.
El hombre feliz es la manifestación de Dios. Resiste el dolor y el placer, la lujuria y la pasión, como resiste el grano los vientos del otoño y las lluvias del invierno.
La humanidad    Cree   que la felicidad es el privilegio de poseer todo   para no hacer nada; Cree que Dios es la  per-fecta  tranquilidad y que su cielo es un .Lugar de pereza;  mientras que la verdadera felicidad es el no poseer nada para sí y servir siempre;
porque Dios es el movimiento  con-tinuo y  su cielo es el trabajo  perpetuo  y sin descanso.
Quien busca la felicidad para gozarla,  tropieza con el dolor para sufrirlo;  porque es más difícil gozar la felicidad que vivir sin ella.
La mayor felicidad está en no buscarla Porque con ella el hombre tiene diez deberes que cumplir a la vez, y el más hermoso de estos deberes es más hermoso que diez desgra-cias juntas; mientras que sin ella no se requiere otra cosa que la conformidad.
Nadie quiere creer que la felicidad es una flor,  que crece entre las espinas;  para tomarla hay que desgarrarse la vestidura y la piel y  sangrarse.
La felicidad es una abeja que defiende su miel con el aguijón envenenado;
pero también la miel de la felicidad es un remedio universal para todo dolor.
La plenitud de la felicidad está en eI derramamiento de todas las lágrimas de los ojos.
El hombre no debe pedir nada a la felicidad, porque ella nada tiene para dar.
La verdadera felicidad se entrega sin condiciones, por-que solamente es feliz,
Lo  incondicionado.
Un poderoso rey de la antigüedad,  buscaba con afán la felicidad y ofrecía fabulosas sumas para hallarla; pero su intento fue inútil. Un sabio le aconsejó que se vistiera con la camisa de un ser feliz para adquirir la felicidad.
Acompañado de su primer ministro, abandonó su reino, en busca de ella.
Visitaron a reyes y a súbditos,  palacios y chozas,  pobres y ricos  y no encontraron a aquel ser feliz para comprarle la camisa.
Al fin llegaron a un labrador que araba en un campo y cantaba al final de cada surco.
Se le acercó el rey, que viajaba de incógnito, y le preguntó:
—¿Eres feliz, buen hombre?
—¿Y qué me falta, Señor, para no serlo?    Siembro ahora y Dios me dará mañana la cosecha; termino mi trabajo hoy y por la noche me esperan mi mujer con mis hijos, ellos me lavan los pies y me sirven la comida. ¿No es esto una  verda-dera  felicidad?
 El rey saltó de gusto al encontrar al hombre que buscaba;   juntó sus manos en actitud de súplica y con voz entrecortada por el ansia, le dijo:
Véndeme tu camisa.
Conmovido el labrador por aquella petición, desabrochó el gabán y descubrió su pecho diciendo;
Señor, yo no poseo camisa.
Buscar la felicidad es  ahuyentarla;  ella es nuestra sombra;  si la seguimos huye   y si la huimos nos sigue.
Es una felicidad ser hombre.  para depositar su fuerza a los pies de una mujer;
es una felicidad ser mujer para ador-nar al hombre con la ternura de su sensibilidad.
Es felicidad ser rico para compartir el pan con los po-bres;
es felicidad ser pobre y recompensar con la bendición a la mano que le ofreció el alimento.
Es felicidad ser padre, cargado de su familia y subiendo hacía la realización;
Es felicidad ser hijo y derramar una lá-grima de ternura filial que recompense el sufrimiento del padre.
Es felicidad ser joven y el árbol de la vida carga los frutos de la esperanza;
Es felicidad ser anciano para alimentar con sus   frutos de la experiencia a los inexpertos.
Es felicidad ser amante y amado porque las rosas del amor perfuman el mundo; E
Es felicidad ser amante defraudado,  porque la espina del dolor al herir el corazón le convierte en manantial de piedad.
¿Cuál es la finalidad de la vida?    Es la felicidad.
¿Qué es felicidad?         Es la misma vida.
¿Por qué el hombre es desgraciado?    Porque o vive en el pasado o teme al futuro, Descuidado del presente.
La vida es la misma felicidad:   por doquier hay un ruiseñor que canta ,  por doquier ,
hay una flor que despide perfume; por doquier
Hay un árbol que fructifica;  
El hombre enjaula al ruiseñor para oír su canto,  arranca la flor para aspirarla  y Tirarla
 y toma el fruto para comerlo,     Es rey de todos y vive desgraciado.
Vive infeliz porque no ha aprendido a dar,      sino siempre a tomar.
La felicidad no puede dar nada porque o no tiene nada que dar,  y no  puede separarse de sus dones;  la felicidad se entrega por completo al ser que no le pide nada.
Avara es la dicha y como tal no puede alejarse de sus Tesoros..
La dicha es una semilla dormida en el corazón:
No puede brotar durante el invierno frío del amor; mas sí, en la ,  primavera  del altruismo rompe su concha para elevarse sin temor al viento y erguirse con donaire  hacia el sol.
No hay que sentir la felicidad,    hay que Hacerla,  sentir.    La flor no huele a sí misma,
La flor esparce  su olor , para  deleitar  a  las narices  sanas.
La  felicidad  es  un  estado  de  ánimo,  estemos  siempre  felices.